ESCUELA

Empecé a acudir a la escuela de una forma curiosa. La escuela, unitaria —aquella que se encuentra en un área rural y agrupa alumnos de diversas edades y de distintos cursos—, se encontraba muy cerca de la tienda de mi padre, en Triana, donde actualmente se encuentra un hotel. Desde que tenía tres o cuatro años de edad, yo podía entrar y salir del aula cada vez que me viniera en gana. Asistí a los inicios conflictivos de algunos recién llegados y a unas cuantas despedidas de quienes terminaban la educación obligatoria desde la perspectiva de un cuarto más de mi propia casa. Siempre sentí la escuela como algo propio. Toda la vida me he sentido en un aula como en mi propio medio, ya fuera como alumno o como docente. Ahí surgió mi amor por la lectura y lo he mantenido siempre.