BAILE
En mi familia materna hay algunas personas que dice que son buenos bailarines y bailarinas o que lo fueron alguna vez. Mi madre presume de haber sido tal. Y, siendo yo muy pequeño, ella sentenció que yo no servía para bailar. Porque no tenía dotaciones de la naturaleza para ello: "No tienes oído y no tienes agilidad para moverte" (Magister dixit).
Y a mi madre no le faltaba razón, en parte. Cierto es que no tengo un oido fino. Y cierto es que en la infancia, cuando ella sentenció, yo presumía de que para estar en movimiento era mejor estar parado, y para estar de pie, mejor sentado, y para estar sentado, mejor echado.
Pero, en un momento dado, pasados los cuarenta, me planteé la posibilidad de aprender a bailar. Un curso de iniciación de salsa para aprender el paso básico de esta disciplina artística, que estaba programado en 3 meses a razón de 2 horas a la semana o 3, ya no me acuerdo, a mí el profesor me lo hizo repetir cuatro veces, es decir que tardé un año en obtener el beneplácito de superación de aquel requisito básico para seguir aprendiendo a bailar. Y el hecho de repetir el curso básico al que me refiero, creo que de varios cientos de aprendices, sólo a dos o tres se nos exigió. Pero el hecho de repetirlo cuatro veces, sólo se me exigió a mí. Y me siento tremendamente orgulloso de haber aguantado el empuje del buen bailarín que era el docente, a pesar de sus exiguas cualidades pedagógicas: "¡Mírenlo! —decía—, no baila, salta... parece un mono... ja, ja, ja...!"
Bendita la hora que decidí continuar. Porque aprendí a escuchar la salsa, a diferenciar los compases y aprendí el paso básico. Cuando superé el curso de iniciación referido, busqué todas las escuelas de salsa de la isla de Lanzarote y en algún momento llegué a estar simultáneamente en cuatro escuelas. En el cénit de mi locura llegué a acudir a 20 horas de salsa a la semana. Conocí a un total de ocho profesores de salsa y al final me quedé con Oscar Fleites, con quien sigo en este momento y con quien he salido al escenario a realizar actuaciones grupales de salsa, bachata y merengue en diversas fiestas de la isla en los municipios de Tías, Yaiza y Arrecife en más de una docena de ocasiones.
¡Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma!
Si de verdad quieres algo, puede ocurrir que no lo consigas, pero es poco probable.
¡En esto te equivocaste, Paquita! Dicho sea con todo el cariño. ¡Aprendí a bailar! ¡Y me encanta la salsa! Con esfuerzo y dedicación se consigue casi todo lo que uno se propone.
Presentación del grupo de Oscar Fleites en el encuentro de escuelas y clubs de aficionados al baile de Lanzarote, organizado en abril de 2018 en Tías
En la disco Pasión, en San José de Costa Rica