UN  PASEO POR 

EL CEDRO

Nunca te cansas de patear este monte y sus múltiples senderos. Durante el mes de enero ha sido muy difícil hacerlo por culpa del tiempo, muchos días ventosos, sobre todo, pero el día que te cuento cuadró bien para un pateo en petit comité.

La caminata empezó, una vez más, junto al chorro del Cedro para llegar, por el sendero de caminantes, hasta el caserío de los Aceviños y regresar por la pista forestal a las Mimbreras, introduciendo desde aquí la propinita de subir un poco por el cauce hasta un hermoso ancón (pequeña caida de agua) que se encuentra a tiro de piedra de este lugar y cerrar posteriormente el pateo bajando por la ermita de Lourdes primero para seguir luego junto al barranco hasta el punto de partida. 

Antes de regresar a casa otra propina, visita al mirador de los morros de Agando, primero, que permite ver la selva de Garajonay por el norte y el barranco seco de Benchijigua en la cara opuesta, además de unas cuantas islas, según como esté el día de nubes, en los mejores momentos Tenerife, la Palma, el Hierro y Gran Canaria; y al mirador de los risquillos de Corgo, después, desde donde se divisa el pueblo de Vallehermoso.

Entre pitos y flautas, catorce kilómetros de pateo, 20.000 pasos y un ligero ascenso de unos 300 metros de altitud. Para cerrar la mañana y reponer fuerzas, un potaje de berros y algo más en la plaza de Chipude, casa Sonia.