VALLEHERMOSO MERIGA JUEGO BOLAS
“¡No todo el monte es orégano!” le escuché decir muchas veces a mi padre, que era un refranero impenitente, siendo yo un chiquillo al que costaba entender el significado del popular dicho. A medida que he ido desarrollando mi amor por el monte y por la cocina… no hay duda.
En las regiones del norte de República Dominicana hablan de “chivo liniero” para referirse a una cabra que ha sido alimentada exclusiva o fundamentalmente a base de orégano, con lo cual alegan los expertos que ya la res lleva el tiemple en el interior, haciendo más suculenta y sabrosa su degustación. Por tanto, es más apreciado el chivo liniero. Y he podido advertir la diferencia. Y concuerdo.
Pero cuando supe sin lugar a dudas el significado del dichoso refrán fue antier jueves 24 de diciembre, que pese a que la predicción meteorológica refería vientos de 15 a 25 kms por hora en algunas zonas de la Gomera, arranqué a las seis de la mañana en dirección a Meriga, pasando por Cruz de Tierno y el Raso del Quebradón, para llegar a la localidad de Los Aceviños, cerca del caserío del Cedro, en el término municipal de Hermigua, con el ánimo de regresar por La Palmita, Las Rosas, El Teón y el lugar de Ambrosio hasta casa, alrededor de media tarde. De tal modo que mi primera hora u hora y media de caminata fue nocturna, de hecho, la hice casi en su totalidad con la ayuda de una linterna.
A medida que subía hacia el Roque Cano, unas pequeñas y muy espaciadas rachas de vientecillo moderado resultaron soportables… hasta que llegué a Meriga, donde encontré un remanso de paz, sin una brizna de viento… lo cual es muy natural porque este lugar está empotrado en el barranco de la Fuensanta, en un declive del terreno y a cubierto de los vientos de la cumbre, de cualquiera de los puntos cardinales.
Así pues, aproveché esta paz para estudiar, entre las 9 y las 11 de la mañana, el arboreto que aquí se despliega, en el cual se pueden encontrar las principales especies arbóreas del bosque de laurisilva del parque nacional Garajonay. Así que terminada la visita consideré que ya era muy tarde para seguir alejándome hacia los Aceviños y regresar, de modo que decidí dar la vuelta hasta Juego de Bolas, donde se encuentra el centro de visitantes del parque, que asimismo dispone de un buen número de especies de la flora del mismo.
A medida que fui avanzando desde Meriga hasta la Palmita y Juego de Bolas, las rachas de viento se incrementaron progresivamente en frecuencia e intensidad, de modo que cuando ya me acercaba al centro de visitantes tuve que “anclarme” literalmente en unas cuantas ocasiones a dispositivos fijos en el terreno o sentarme en el camino para evitar ser arrastrado por el viento, con el temor añadido de la posibilidad de recibir el impacto de una rama de un árbol o cualquier otro objeto: el huracán no dejaba nada en paz. Así que tras alcanzar el centro de visitantes, en cuyo patio interior había otro remanso de paz, y repasar su múltiple oferta floral, a la hora del mediodía pedí un taxi que me alcanzara a casa y ganas de hacerlo caminando no me faltaban, pero… no todo el monte es orégano. Así que mi recorrido estimado de 30 kms, se frustró en los 18 con 26.000 pasos y 900 metros de ascenso. Y escapé sin una sola contusión, pero acojonado!!!!.
Claro, que tampoco hay que dar mayor importancia al asunto. Son gajes del oficio, que en un par de años caminando por estos montes de la Gomera a un ritmo de 4 ó 5 caminatas semanales haya tenido que pedir un taxi en dos ocasiones, una por lluvia y ésta por viento… bendito sea el orégano del monte!!!!