De Hermigua al Cedro, ida y vuelta.
Ayer domingo, 7 de marzo, el Club de caminantes y montañeros La Taparucha, encuadrado en la Federación Canaria de Montañismo, organizó una caminata de nivel medio/alto. Acudimos casi 30 senderistas.
La actividad comenzó a las 9 de la mañana en la carretera GM-1, en el municipio de Hermigua, a la altura de un centro recreativo que hay en las cercanías del nacimiento de la carretera secundaria del Rejo, por el camino que conduce al Cedro a través del barranco de la madera. En un ascenso de 3,3 kms, aproximadamente, a lo largo del cauce del mismo, se alcanza el campamento y el Chorro del Cedro y se supera un desnivel de 450 metros (pendiente media de 13,6 %).
Si no se está entrenado, este ascenso es duro. Eso es indudable. Pero aún así, este sendero tiene algunos beneficios hasta para las personas no debidamente entrenadas. A saber. Está muy fácil encontrarlo en la carretera general GM-1 y aparcar para realizar la actividad. El camino es relativamente bueno de transitar, no existiendo peligros en ninguno de sus tramos. Se alcanza la Meseta del Cedro, y, en la misma, una carretera “terciaria”, derivada de la carretera del Rejo, pero asfaltada, junto a una estructura de recreo con la advocación de la virgen de Guadalupe, a una distancia de 1,3 kms del punto de partida, tal que se puede prever una recogida en automóvil en este punto.
Por otra parte, aunque el ascenso cuenta con una buena inclinación, la misma no es idéntica en todo su recorrido, siendo su segunda mitad la más pronunciada, justo la que transcurre a partir de la Meseta.
Y el beneficio más notable, a mi juicio: desde el mismo despegue se empieza a disfrutar de la presencia de monteverde en el sendero, lógicamente más denso a medida que se asciende hasta el mismo Cedro, pero ya desde el comienzo se está en los prolegómenos del gran bosque y, en seguida, también, encontramos la primera cascada. Porque en esta ruta hay numerosos saltos de agua que originan un número cuantioso de pequeñas cascadas. De ahí que La Taparucha a la ruta de ayer la haya llamado la “ruta de las cascadas”.
Además, ante el menor atisbo de duda o la primera limitación que surja, en cualquier momento, se puede decidir abortar la subida y regresar al punto de partida. Se me podrá objetar que eso siempre es posible, pero dado que en este caso la belleza del camino y el entorno se empieza a disfrutar desde el primer paso, decidir un regreso transcurridos 500 m, por ejemplo, proporciona un bellísimo recorrido de un kilómetro.
El grupo se tomó con relativa calma la subida, parando mucho a hacer fotos de las diversas cascadas y de las magníficas perspectivas del entorno del barranco, del Roque del Rejo o Roque Blanco así como de la amplísima variedad floral que hace honor a la inminente llegada de la primavera, pudiendo apreciar numerosos árboles de la laurisilva y fayal brezal (acebiño, sauce, loro, viñátigo, follao, til, haya, brezo, barbusano) además de algunos castañeros, cañaverales y otros arbustos invasores de los cauces del barranco.
Tras un pequeño descanso en la plaza que se encuentra junto a la imagen de la virgen de Guadalupe, apropiadísima para un baile, continuamos el ascenso de la segunda parte de la subida hasta el campamento del Cedro, donde se realizó la parada apropiada para el desayuno, tomar café en un establecimiento que en la zona se encuentra u observar los patos y las ovejas que merodean en el arroyo justo unos metros antes de convertirse en el gran Chorro del Cedro, que cae al valle de Hermigua justo por otro barranco distinto al de la subida, el barranco del Cedro.
El chorro de 170 metros de caída es uno de los más grandes e impresionantes de Canarias. En uno de sus márgenes se encuentra la bajada, muy pronunciada, pero escalonada con un sendero de piedra en casi todo su trayecto y protegida también con una baranda de madera o “quitamiedos”, sobre todo en los tramos superiores del impresionante y bellísimo descenso, que realizamos acompañados por el monteverde en todo el trayecto hasta la presa de los Tiles, predominando el brezo, haya, acebiño, loro y viñátigo.
Una vez alcanzada la presa de los Tiles, el descenso continuó a lo largo del cauce del barranco, contando lógicamente, con mucha menor inclinación. Alcanzamos el valle de Hermigua a la altura de San Pedro, en cuyo barrio apreciamos una pareja de roques, los conocidos roques de San Pedro, Petra y Pedro, que nos abren el paso hacia la zona llamada Los Telares o El Convento en este municipio para finalizar el recorrido, totalizando unos 11 kms y 18.000 pasos, aproximadamente, en un total de cinco horas, con los descansos incluidos.