Dos caminatas en torno a Epina
De Las Hayas a Vallehermoso, por las Creces, Corgo, la Meseta y Macayo (15 kms)
De Epina a Alojera, por Teselinde y Teheta (11 kms)
24/10/2021
El pasado 24 de octubre, el club de caminantes y montañeros La Taparucha, encuadrado en la Federación canaria de Montañismo, organizó una caminata de nivel medio, a la que acudimos un total de 15 senderistas.
Partiendo del caserío de Las Hayas, atravesamos el monte de este pueblo hasta la cañada de las Creces, de donde nos dirigimos a los risquillos de Corgo, para bajar hasta la pista de la Meseta, atravesar la misma en toda su longitud, pasando por las proximidades de la denominada "piedra encantada", de cuya pintoresca cañada se muestra alguna instantánea con la presente crónica, hasta llegar a la carretera general GM-1, entre los caseríos de Epina y Macayo.
Tras cruzar esta carretera y seguir bajando, primero, hasta Macayo, con una perspectiva del pueblo y el Roque Cano, desde un mirador que se encuentra a 150 metros de la carretera general, a la altura de la mencionada pista de la Meseta de Vallehermoso, y con indicativos verticales de situación, y después, a lo largo de todo el camino, nos permitió una hermosa visión, hasta llegar al pueblo, disfrutando, en ocasiones, de una visión que incluía el Roque Cano y el padre Teide, al fondo, en la misma perspectiva.
El recorrido total fue de unos 15 kms y el descenso efectuado de 900 m. No hubo ascensos, apenas.
31/10/2021
Y, ayer, 31 de octubre, el mismo club organizó otra caminata de nivel medio, a la que acudimos alrededor de una docena de caminantes. Partimos de los chorros de Epina y, a través de la montaña de Teselinde, nos dirigimos a un sitio llamado Teheta, donde pudimos contemplar los restos de una era antigua y un horno de elaboración de tejas, para seguir hasta Tazo, Cubaba y, por último, Alojera.
Durante la primera parte del recorrido, dentro de la montaña de Teselinde, nos acompañó la flora típica del parque nacional Garajonay, la laurisilva, con árboles de poca corporeidad, ya que el recorrido comenzó al borde del mismo parque, para abandonarlo, en seguida, en dirección a la costa. Así pues, predominaban brezos, hayas y acebiños, que progresivamente fueron sustituidos por una flora termófila y un terreno cada vez más árido y soleado.
En este entorno se ubican los caseríos del noroeste de la isla, circundantes al roque de los Órganos, que hemos mostrado en otra de nuestras rutas (Arguamul, Tazo, Alojera y Epina).
En las inmediaciones de Cubaba pudimos apreciar los restos de la primera ermita que fue construida en la isla, a comienzos del siglo XV, por invasores, probablemente portugueses, quizás comandados por el normando Maciot de Bethencourt, cuyos intereses habrían coincidido con los de la corona portuguesa. La ermita se habría erigido bajo la advocación de Santa Lucía, y posteriormente sería trasladada a su ubicación actual, dentro del caserío de Tazo.
Según la tradición popular, un navío fondeó frente a las playas del Puerto del Trigo, en estas inmediaciones y, cuando intentaron volver a hacerse a la mar, inexplicablemente, el barco se negó a navegar hasta que a uno de los marineros se le ocurrió sacar a tierra una imagen de Santa Lucía que llevaban en la nave, momento a partir del cual el navío comenzó, de nuevo, a funcionar. La tripulación entendió el mensaje y dejó a la virgen en la playa. Huella de los portugueses, los abundantes apellidos Coello y Ossorio, que pueblan estos caseríos.
Hicimos un recorrido de once kilómetros y un descenso de 700-800 metros aproximadamente. No hubo subidas o fueron muy escasas. A lo largo de gran parte del recorrido pudimos apreciar la isla de La Palma y en alguna de las imágenes que, como siempre, incorporamos a la crónica, puede observarse la gran chimenea del fenómeno geológico de Cumbre Vieja que, a la sazón, estaba experimentando nuestra isla vecina del noroeste en la fecha que se hizo el pateo.