Las Hayas y el Mirador de Alojera
16/5/2020
El sábado, 16 de mayo, había previsión de lluvia hasta las 11 de la mañana. Así que me desperté tarde, como a las 10, y, además, soñando que llegaba tarde al trabajo: ironías de la vida, pues era mi primer día de jubilado. Me preparé para salir, no sin antes escuchar las advertencias de mi madre, de que me iba a mojar, que, aunque la previsión dijera que no iba a llover más, el tiempo estaba de lluvia, que ella lo veía en el color de las nubes del monte: el cariño es lo que tiene, no se pierde, aunque te hayas jubilado.
El caso es que preparé la caminata. No hay que olvidar poner, en la mochila, agua, y, si la caminata se va a alargar, alimentos (higos pasados y nueces o una pelota gofio con frutos secos, miel y aceite), abrigo, impermeable, calcetines de repuesto y bastón.
Subí por la montaña de Macayo hasta alcanzar la carretera general GM-1 a la altura de la meseta, tras 4 kms de recorrido y unos 450 metros de ascenso. Tuve que caminar como 200 metros por la carretera general, y abandonarla de nuevo, para cruzar la pista de la meseta, en su trayecto hacia la presa de los Gallos, unos 4 kms, aproximadamente. Ahí abandoné la pista para subir hasta los Risquillos de Corgo y seguir hasta la carretera dorsal, alcanzando los 800 m de altitud, aproximadamente, sobre el punto de partida y 10 kms de recorrido total. Una vez cruzada dicha carretera dorsal tomé el camino que lleva a la Cañada de las Creces, que está en su época esplendorosa porque hay muchos geranios silvestres, en flor, y otros bien crecidos, a pesar de que este ha sido un año malo de lluvias y otros años se ve más espléndido, aunque, ayer no estaba del todo mal. En algunas imágenes se puede apreciar.
A partir de la cañada, que tenía un tapiz lila, inmenso, bordeando las mesas de merendero que en esta zona se encuentran, hice una ruta circular de unos 4 kms, aproximadamente, bordeando la cañada, primero, y aproximándome a las Hayas, después, para volver por el otro lado del barranco, por la pista forestal, al punto de partida, y continuar hacia el Raso de la Bruma, no sin antes asomar por el mirador de Vallehermoso, que en esta zona se encuentra.
Del Raso de la Bruma no seguí a mi destino, sino que tomé un desvío para visitar la cañada de Jorge, antes de volver a la carretera dorsal, para tomar el camino que, desde la misma, te lleva hacia el Mirador de Los Barranquillos, por encima de Alojera, con una hermosa vista del Atlántico y de la isla de La Palma, cuando las condiciones de nubosidad lo permiten. A estas alturas del recorrido, ya había alcanzado los 20 kms más o menos, la mitad de los cuales, en llano o con ligeras pendientes, desde que había alcanzado la cañada de las Creces. A partir de ahí, seguí, en llano, durante unos dos kms más, o con suaves cuestas, cruzando por toda la meseta que se asoma a Alojera y Epina hasta llegar a este pueblo, que precisamente estaba en la época de su fiesta, San Isidro Labrador, pero que, por razones obvias, ayer no se apreciaba, encontrándose la ermita, igual que siempre, en el mismo lugar, pero desolada.
Tras alcanzar los Chorros de Epina, volví a bajar por un hermoso camino de menos de 2 kms que llega desde este lugar hasta la pista de la Meseta, que había cruzado al comienzo de la caminata, para agarrar el camino de Macayo, por el que había subido, y regresar a casa.
En el seno de esta caminata te he señalado tres pequeñas rutas, incluidas todas ellas en la reseña número 13 de esta página, la que presenta doce pateos para no experimentados.
Una, de 4 ó 5 kilómetros, que es la que sale de la carretera dorsal a la altura de las Creces y se aproxima a las Hayas, para volver al punto de partida.
Otra, que parte del Raso de la Bruma y llega a la Cañada de Jorge, para volver a subir a la carretera dorsal y bordearla hasta el punto de partida -aunque yo ayer omití este último tramo, porque iba en otra dirección- alcanzando este anillo en total unos 3 kms.
Y una tercera, que es la que baja desde la carretera dorsal a la altura de Los Chorros de Epina hasta la pista de la Meseta, y que tiene kilómetro y medio, por lo que ida y vuelta serían 3 kms, y es una especie de parque forestal, precioso, y que vale la pena para una caminata de aquellos/as que no están acostumbrados a grandes pateos, haciéndola en menos de una hora; y si aprovechas, llevándote la pelota gofio y la botella vino, igual hasta se te hace de noche.
Seguimos, para concluir la caminata. Cuando llegué a casa eran las 8 de la noche y había recorrido 29 kms, había hecho unas 200 fotos, de las cuales te muestro una pequeña selección. Hoy domingo, a descansar. Salud y buen día. 🥂🍾